Estados Unidos
Obligada a trabajar a los 88 años para poder sobrevivir: "Me faltan casi 6.000 para cubrir lo básico"
Barbara Ann Patton solicitó la jubilación anticipada para poder cuidar a su marido enfermo y mudarse con él desde Chicago a Florida.

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Barbara Ann Patton, una mujer jubilada de 88 años que reside en Florida, Estados Unidos, ha tenido que volver al mundo laboral a tiempo parcial para poder hacer frente a sus gastos básicos.
La situación económica de la afectada se volvió insostenible debido a una pensión insuficiente y tras una serie de decisiones financieras desafortunadas.
Una jubilación anticipada que no salió como esperaba
Patton comenzó a trabajar muy joven y acumuló una larga trayectoria de 35 años en la empresa Bell System. En 1990, con 53 años, optó por la jubilación anticipada para cuidar a su esposo enfermo y mudarse con él desde Chicago a Florida.
"Opté por el retiro anticipado y acepté un rescate en efectivo de mi pensión que, en ese momento, parecía una buena decisión", contó a 'Business Insider'.
Decidió recibir un pago único por su pensión en lugar de una mensualidad vitalicia. Patton invirtió su dinero con éxito durante algunos años, pero una fuerte caída del mercado financiero afectó gravemente sus ahorros.
"Se desplomó el mercado, y de repente, 300.000 dólares desaparecieron porque sí", lamentó la afectada.
Un nuevo trabajo para mantenerse a flote
Desde 2021, Patton trabaja como notaria remota en un empleo de 20 horas semanales. "Recibo firmas en todo Estados Unidos, etiqueto los documentos, programo citas, y actúo como enlace entre clientes y empresas de préstamos o bienes raíces", explicó Patton.
A pesar de que el trabajo le gusta, enfrenta un problema común en este sector: los pagos tardan hasta 45 días en llegar. Con un ingreso mensual de 1.943 dólares tras la deducción de Medicare y deudas que superan los 20.000 dólares, el dinero no es suficiente.
"Cada año me faltan casi 6.000 dólares para cubrir lo básico", afirmó Patton.
El costo de vida tampoco le da tregua: "Gasto cerca de 400 dólares en productos de limpieza, cuando antes eran 150".
La pérdida de su esposo y el golpe definitivo
La muerte de su marido no solo representó una pérdida emocional, sino también financiera. Perdió su pensión y heredó las deudas que él había contraído.
"Ya no tengo más de medio millón de dólares en el banco. Ni siquiera tengo una cuenta de ahorros", reconoció la afectada.
Patton vive actualmente con su hijastra, que la ayuda pagando el seguro de la vivienda y la cuota de mantenimiento de la comunidad, que asciende a más de 1.700 euros semestrales. Sin embargo, esa ayuda podría desaparecer pronto.
"Si mi hijastra se muda, necesitaré encontrar a alguien con quien compartir gastos o generar ingresos pasivos para poder seguir en casa", dijo Patton.
Un retiro que nunca llegó del todo
A lo largo de los años, Patton ha tenido distintos empleos: fue gerente en una empresa funeraria, directora de adoración en una iglesia y hasta escribió un libro. Pero lo que más valora es sentirse útil: "Cuando ayudas a otros, sientes que tu vida tiene propósito".
Pese a los obstáculos, mantiene una actitud positiva. "Estoy mentalmente activa, veo y oigo bien. Aún puedo pintar el patio o resolver crucigramas". Sin embargo, reconoce la incertidumbre que enfrenta: "Me preocupa mi futuro, pero sé que me toca hacer algo al respecto".
Una situación compartida por millones
La experiencia de Patton no es un caso aislado. Según datos de AARP, más del 25% de los jubilados estadounidenses dependen casi exclusivamente del Seguro Social como fuente de ingresos.
El sistema, diseñado como complemento y no como único sustento, deja a millones de ciudadanos en situaciones similares.
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